Cada persona es única, con su historia de vida particular y personal, sus hobbies y aficiones, sus costumbres y rutinas y por eso intentamos, en la medida de lo posible, que el hecho de ingresar en un centro no suponga una ruptura con todo esto sino que haya una continuidad de su forma de vida.
Todo cambio implica un periodo de adaptación, pero si logramos dar continuidad a estas, a veces, pequeñas cosas que para el mayor son importantes, será más fácil lograr una adaptación satisfactoria. Es por eso que, cuando alguien ingresa en Torres de Serranos, nos preocupamos por conocer la máxima información acerca de su vida personal.
Para una persona que ha sido costurera toda su vida, contar con ella cuando hay algo que remendar llena las horas de su día y mejora su autoestima, porque siente que colabora realizando una tarea que se le da bien, esa es nuestra Paula.
Para alguien que ha sido panadero, que se levantaba cada día antes de que saliera el sol, permitirle seguir levantándose pronto y no obligarle a estar en la cama hasta las ocho y media le hace sentir que no rompe su rutina.
¿Qué me decís de las señoras que siempre han ido arregladas con sus vestidos, bien peinadas y maquilladas? ¿Por qué al entrar en un centro o residencia tenemos que, por comodidad nuestra, ponerles pantalones y lavarles la cabeza cada vez que las duchamos? ¿Por qué no seguir potenciando y manteniendo su imagen y aspecto físico, su ropa, su pelo, su aspecto…?, eso también forma parte de nuestra identidad. Estas son nuestras Amparo, Josefa, Nieves y María.
¿Y para aquel que ha sido fallero toda su vida?, ¿por qué no permitirle que siga siéndolo? Queremos centros llenos de vida, donde siempre haya que celebrar, celebremos las Fallas y vivámoslas como si de una comisión real se tratara, con sus falleros de honor, la creación de un monumento, la elección del Ninot indultat, los almuerzos y meriendas en honor a la Fallera Mayor…
Otro aspecto muy importante que caracteriza a nuestro modelo centrado en la persona es la importancia que otorgamos a los espacios. Por ello, intentamos que sus habitaciones recreen espacios como los de su casa. Creamos espacios cálidos para ellos, con sus cuadros, sus recuerdos y fotos de juventud, estos objetos les hacen sentir que siguen teniendo su espacio personal y único.
Cuando llevas tiempo trabajando con mayores te das cuenta de qué cosas son las verdaderamente importantes para evitar que el hecho de estar institucionalizados, se convierta en algo con connotaciones negativas para ellos.
Las historias de nuestros usuarios están llenas de la sabiduría que da los años, a ellos les encanta contárnoslas y solo necesitan gente a su alrededor que tenga ganas de escucharlas, a veces una y otra vez. La clave está en escucharlas con la emoción de la primera vez. Enamorémonos de esas historias y no nos cansemos nunca de escucharlas.
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